Bajo este rubro, la idea es mantener los mensajes e información secretos, confidenciales. Por ejemplo, utilizando los personajes de la comunicación, hacer que Ana o Juan se comuniquen sin que Eva o María descifren la información que comparten.
Para conseguir confidencialidad, la mayoría de los sistemas utilizan algún tipo de cifrado de tal manera que, si el texto es entremezclado, se aplica una función inversa que recupere el mensaje como originalmente fue creado.
Existe también una distinción entre codificar y cifrar; la primera solo modifica la representación inicial, y cualquiera que conozca el método de codificación debería ser capaz de leer los datos. En el segundo caso, cuando los mensajes son cifrados utilizando llaves digitales, se logra confidencialidad ya que es necesario poseer tal acceso para descifrar los contenidos originales.
A su vez se tienen técnicas de estenografía, la cual utiliza métodos inusuales de comunicación como pueden ser imágenes o audio, en donde se utilizan las repeticiones de, por ejemplo, la letra “A”, para representar un cierta información, y así transmitir, confidencialmente, el mensaje; esto se logra mientras el “adversario” desconozca los patrones utilizados por el algoritmo. Por supuesto, estas técnicas no son tan sólidas en comparación con el cifrado.
Otro ejemplo de confidencialidad se encuentra en el control de acceso, con archivos “ultra secretos” que solo cierto personal puede acceder; también la visualización parcial en bases de datos, donde, a las requisiciones de los usuarios se les provee de información digerida de acuerdo al acceso en vez de a toda la tabla en bruto, manteniendo la confidencialidad de las demás entradas en la base de datos.
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